Psicología Infantil
La psicología infantil, también llamada psicología infanto-juvenil, es la rama de la psicología que se centra en el desarrollo físico, motor, mental, perceptivo, afectivo y social del niño, desde su nacimiento hasta la adolescencia.
La infancia es la etapa más importante de la vida, ya que es el periodo en el cual el niño desarrolla sus primeros vínculos de apego y sociales, su personalidad, su autoestima, sus recursos… en definitiva, la infancia es la etapa donde el niño forma una idea sobre sí mismo, el mundo y el futuro, idea que permanecerá estable durante la etapa adulta y será la base de su bienestar psicológico.

Cambios significativos en la infancia
Por este motivo es muy importante que las personas cercanas al menor, como padres, abuelos, hermanos o profesores, estén pendientes de su desarrollo, ya que hechos como un divorcio, un episodio de acosos escolar o un miedo intenso, pueden afectar a la evolución del menor, causando problemas en su desarrollo y afectando considerablemente a su calidad de vida.
Adultos como modelos de aprendizaje en situaciones complejas para el niño
Debemos tener en cuenta que en muchas ocasiones el niño no cuenta con los recursos suficientes para entender que le sucede y pedir ayuda, por lo que la colaboración de los adultos es esencial en la detección y solución de posibles problemas psicológicos. Cambios en la forma de comportarse, de comunicarse, cambios en su estado de ánimo, en los resultados académicos o en sus amistades, pueden indicar que algo no va del todo bien. En estos casos el primer paso es hablar con el menor y, en caso de que se crea oportuno, acudir a un psicólogo.
Los problemas más frecuentes que nos encontramos los psicólogos en la consulta atienden a tres áreas: el área escolar, familiar y social, y en los niños son: problemas de acoso escolar o bullying; problemas de atención e hiperactividad; de control de esfínteres; problemas en la comunicación, como por ejemplo el mutismo selectivo; problemas con el sueño, como dificultad para dormir o pesadillas; problemas de autoestima; fobias o miedos intensos; celos entre hermanos… y en los adolescentes: problemas de acoso escolar, de rendimiento académico, de adicciones, de alimentación, de autoestima, problemas en las habilidades sociales, en la comunicación, inseguridades, obsesiones, problemas de conducta y problemas en el ámbito familiar, entre otros.
Terapia desde el servicio de Psicología
En función de la demanda y del centro al que se acuda, el menor puede realizar terapia individual o grupal. La terapia individual se centra en el niño pero siempre contando con la estrecha colaboración de los padres o tutores, los cuales deben integrarse lo máximo posible en el proceso terapéutico para conseguir que su hijo mejore. En la terapia grupal el tratamiento se realiza con un grupo de niños de edades y dificultades similares cuyo objetivo es la mejora individual a través del trabajo colectivo, lo cual resulta muy enriquecedor y entretenido para el menor. También existe la opción de que sean los padres los que acudan a consulta en solitario para recibir determinadas pautas a implantar en su día a día y mejorar así el comportamiento del menor. No hay una regla general, dado que cada niño es único y por tanto sus necesidades también, en ocasiones, en el tratamiento se van alternando sesiones con el niño y sesiones con los padres, según lo que el psicólogo vaya considerando necesario para facilitar el desarrollo adecuado y el bienestar del niño.
Independientemente del problema que tenga el niño, lo importante es detectar los cambios que se produzcan en su comportamiento y actitud y acudir a un profesional especializado para detectar cual es el problema y ponerle solución, con el objetivo de cuidar la salud mental de los más pequeños, pues son nuestro futuro.
Autora: Laura Carmona
Psicóloga
